Hay muchas maneras de contar el embarazo de una mujer, tantas como féminas gestantes hay en el mundo.
En cada reportaje de embarazo que realizo me esfuerzo para encontrar la mirada adecuada para cada mujer. Utilizo la intuición y la empatía para escucharla y concretar el enfoque que hará que el resultado sea el más acertado.
Con Noelia todo fué fluido porque las dos conectamos desde el primer momento. Varios correos desde el corazón hasta que llegó el día. Escogimos la intimidad de su casa. Sólo ella y su perra de agua. Y sus vinilos. Porque ella es música. Y por supuesto, su niña Emma, que también nos decía cosas, a su manera.
Recuerdo la confianza extraña, porque no nos habíamos visto antes en persona. La timidez inicial, tan ligera y efímera. Recuerdo el café antes de empezar, o al terminar, ya no lo tengo claro porque ha pasado más de año y medio.
La fotografía de embarazo en exteriores es maravillosa, y esta llena de vida y de color. Pero ay, cuanto encanto guarda el calor del hogar.
La figura del padre en estos reportajes de maternidad tiene mucho valor para mi. Pero qué deciros. No puedo negar la maravilla que se esconde en cada mujer, cuando la dejamos a solas, con su feminidad y su camino sin pausa a la aventura de convertirse en madre. Solo hay que saber esperar a que se muestre con toda la fuerza, conectando desde lo que nos une, acompañando y mirando la belleza que es.
Recuerdo tantas cosas en común con Noelia. El amor animal, el amor a la música, el amor a la individualidad y a la fuerza que llevamos dentro.
Esta sesión de fotos fue sólo el comienzo. Porque luego le siguió el reportaje de recién nacida y el seguimiento del primer año de Emma, que os iré enseñando en las próximas semanas.
Por ahora sólo ella y su mundo. Y una pequeña muestra de lo que fué.
¡Hasta pronto!
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